lunes, 19 de octubre de 2020

Danza con la muerte

Foto: Todd MacDonald





DANZA CON LA MUERTE

Por: Brígida Tobón


Huele a tierra, a sangre; huele a muerte. Pero también huele a belleza y poesía el espectáculo Clowns de la HOFESH SHECHTER COMPANY, con el cual se clausuró de forma magistral, el domingo 18 de octubre, la novena edición de PRISMA-Festival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá 2020.

En esta «película de danza», que presentó virtualmente la agrupación de Reino Unido, se recuerdan los «poemas de la muerte» que se usan en la cultura japonesa, china y coreana para hacer una reflexión sobre la vida como un todo; pero también sobre la inexorabilidad de la muerte cuando está a punto de suceder. Los budistas ven en la poesía un camino para irse de la vida terrenal sin sufrimientos:


Este mundo

¿Con qué puedo compararlo?

Con campos de otoño

tenuemente iluminados, al anochecer

por los relámpagos.


Minamoto No Shitago, poeta Waka


Por ello, pareciera que «te quedes sin aliento» fuera la consigna de Hofesh Shechter Company durante la media hora que dura la pieza, que es una danza, que es cine pero también teatro. Que te quedes sin aliento por el asombro ante la perfección y contundencia de la coreografía, por la dramaturgia, y por la música, una sinfonía de lamentos, que con ese retumbar incesante de tambores anuncian desde su primera nota el fin. ¿Será que con tanto arte se hará más fácil soportar el dolor de lo que quieren transmitir en esta danza con la muerte?

La Hofesh Shechter Company fue fundada en 2008 y reside en el Brighton Dome. Shechter II nace en 2015 por deseo del coreógrafo israelita Shechter, uno los más grandes artistas contemporáneos a nivel internacional. Sus creaciones se caracterizan por la gran fuerza física en las propuestas escénicas y por la particularidad de sus composiciones sonoras, escritas por él mismo para cada espectáculo.

Clowns fue creada originalmente en 2016 para el Nederlands Dans Theater. Después, se realizó una nueva versión para un grupo de bailarines virtuosos provenientes de todo el mundo, que conforman el Shechter II. Comisionada por la BBC como obra de la sección Performance Live -una asociación entre BBC Arts, Arts Council England y Battersea Arts Center-, la película fue producida por Hofesh Shechter Company e Illuminations y filmada en locaciones del icónico Rivoli Ballroom en el sur de Londres.

La dirección, coreografía y música es de Hofesh Shechter. Esta pieza, que envuelve e hipnotiza, es interpretada por un grupo de bailarines de alto nivel técnico conformado por Chien-Ming Chang, Frédéric Despierre, Rachel Fallon, Mickaël Frappat, Yeji Kim, Kim Kohlmann, Erion Kruja, Merel Lammers, Attila Ronai, y Diogo Sousa.

Como una tribu de danzantes al pregón de un tambor y al eco de una voz milenaria, dan curso al ritual del movimiento. Están tomados de la mano cuando inician un viaje dentro del instinto animal del ser humano, que con el mismo ahínco es capaz de germinar la vida y esculpir la muerte.

Vestidos con colores que recuerdan la naturaleza y la tierra, bailan como si oficiaran una reunión nocturna de brujos que invocan poderes para emprender la cacería o celebrar el derrumbamiento de la presa. O como los mayas, ataviados con fibras vegetales para «la danza de la captura del venado», conocida como «Maaso Yiihua», y que va acompañada del sonido de algunos instrumentos que remedan el latido del corazón del venado, el viento y el agua.

La obra es cruda, golpea como martillo epiléptico. Es un sueño surrealista que lleva al paroxismo del drama. Es una historia que se mete dentro de uno como un insecto para carcomer las entrañas, para dejarnos desfallecidos; mientras los diez bailarines matan con fusiles de dedo, puñales de pie, asfixias de berrido.

La coreografía está milimétricamente curada, con momentos que evocan las danzas tradicionales europeas, el rock, o el tap, pasando por lo clásico y lo tribal.Y así mantienen el ritmo, no cejan en su empeño de la masacre sin sangre, de la triste poesía del Clown sin risas. «Bailamos para saber lo que se siente, no solo para vivir, sino para estar vivos. En todo nuestro trabajo, nos esforzamos por movernos a nosotros mismos, y a nuestras audiencias, más allá de la razón», los danzantes consignan.


Otro aspecto remarcable en esta propuesta es el lograr que una obra de danza contemporánea se transmute en una obra cinematográfica.


La cámara se instaura como un personaje más que también baila mientras acecha, encuadra, persigue, desenfoca, enfrenta, ensombrece, lentifica o cancela a los diez bailarines que llenan de fuerza y sudor el escenario. Ella se regodea con los detalles del vestuario, con los rostros que gritan o, impávidos, van al cadalso con las manos que tiritan sin freno, impulsadas por la certeza del gatillo.

La cámara mira gélida al espectador a través de la mirada entumecida de los bailarines, víctimas-verdugos, como si fuera una reverberación de crueldad y de padecimiento hasta el espectador, que busca condicionar su subjetividad.

La música y las luces hacen el resto para crear un performance único e inolvidable. La primera, minimalista y siempre en crescendo; las luces, pintadas a partir de una paleta de rojos, amarillos, blancos y negros que subyugan y no dejan escapar de la escena.

Termina la narración con un beso y un puñal clavado en la espalda. Hay silencio, hay oscuridad y entonces susurra en el aire el poema árabe con sus versos:


¿Hasta cuándo?, pregunto.

Esperaré a que mueras más.

No tengo cosas que me posean, respondo.

He escrito mi testamento con mi sangre.





ii

Clowns: la historia de los juegos de poder

Por: Álex Mariscal


El espectáculo de cierre de PRISMA 2020, la noche de este 18 de octubre, no solo me llevó a la infancia, sino que me hizo recorrer la milenaria historia del hombre.

Confieso que, del circo, lo que más me gusta son los payasos, y pensé en ellos cuando entró la luz y, bajo esa temperatura de colores fríos, los diez cuerpos en alta tensión dinámica, quietos en escena, vibraban con el retumbar de la percusión de esa magnífica marcha triunfal.

Los cuerpos explosionaron por todo el espacio y el retumbar de los redobles de los tambores se fundió con el movimiento exuberante de los Clowns. Entonces, comprendí que no se trataba de su traducción literal: payasos; sino que cada uno encarnaba el personaje de un «personaje» del género teatral, muy ligado al teatro inglés de la comedia del Renacimiento durante el periodo isabelino.

La «película de danza», como se la denomina en la notas de programa, avanzó mostrando un grupo de Clowns cuyos cuerpos se expresaban en un gran despliegue de dinámicas; pero cuyos rostros, en contraste, estaban angustiados, tristes, o asustados.

Cuando ocurrió la primera ejecución, aún dudé sobre si celebraban o representaban. Y en la siguiente escena y en la subsiguiente ocurrieron todas las ejecuciones posibles y probables, desde aquella legendaria historia de Caín y Abel, y de miles más hasta nuestros días.

Sencillamente, Clowns no es un número de payasos. Es un montaje, con una hermosa y efectiva fotografía, que ofrece la representación hilarante de la arqueología del ser humano, en el sentido del filósofo francés Michel Foucault: «en toda interacción humana hay una relación de juegos de poder».

La resonancia de esta danza ritualística afirma la tendenciosa ordenación binaria de la cultura del hombre, cuyo objetivo es establecer sistemas de control: rebelde-vigilante, señor-esclavo, policía-condenado, verdugo-ejecutado; unos deben eliminar a los otros, ni siquiera para sobrevivir, ni vivir mejor, sino para mantener el estado de orden.

Esta película danzaria, dirigida y coreografiada por Hofesh Shechter, amalgama el movimiento audaz, estimulante y tribal de diez bailarines con una partitura cinematográfica de percusión, combinada con una sola célula melódica que es un grito de dolor encantadoramente triste y atormentador, que se reitera durante los 28 minutos de representación.

Sin duda alguna, la Hofesh Shechter Company del Reino Unido, con su cinematografía, su composición coreográfica y la dirección de una puesta en escena fuerte y trascedente, provocó un viaje lúdico por los márgenes de una historia cómica y macabra: la masacre que ha sustentado hasta hoy el absurdo orden del género humano.

FICHA TÉCNICA

País: Reino Unido

Categoría: Compañía Invitada

Duración: 30 minutos

Dirección, Coreografía y Composición: Hofesh Shechter

Intérpretes: Chien-Ming Chang, Frédéric Despierre, Rachel Fallon, Mickaël Frappat, Yeji Kim, Kim Kohlmann, Erion Kruja, Merel Lammers, Attila Ronai y Diogo Sousa.

Diseño de Vestuario: Christina Cunningham

Dirección de Fotografía: Sebastian Cort

Edición: Todd MacDonald

Producción: Henny Finch

Producción: John Wyver


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domingo, 18 de octubre de 2020

El fauno soñado

Créditos fotografía: ©KOR’SIA



Los sueños de Mallarmé


Por: Brígida Tobón

 

Difícil de creer que Fauno, dios de los campos y los bosques, y considerado como una deidad profética que revelaba el porvenir por medio de voces o a través de sueños, le haya vaticinado a Stéphane Mallarmé mientras escribía su poema «La siesta de un fauno. Égloga» que un día este sería representado como una pieza de danza, en forma virtual y en medio de una pesadilla llamada pandemia.

De seguro tampoco le presagió que ciento veintidós años más tarde de su muerte ese mismo poema sería la base de un espectáculo llamado Somiglianza, el cual vendría a ser presentado en un país remoto, en el marco de la novena edición de PRISMA-Festival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá 2020.

No fue profetizado, pero sucedió…

En la noche del sábado 17 de octubre, la compañía española KOR’SIA puso sobre el escenario virtual de PRISMA su obra Somiglianza. Con ella hace un alegre tributo a la mítica creación de Vaslav Nijinsky , uno de los ballets modernos más reconocidos: La siesta del fauno, estrenado en 1912.

Antonio de Rosa y Mattia Russo son dos coreógrafos y bailarines napolitanos que residen en Madrid, donde en 2015 crearon, junto a Giuseppe Dagostino, la compañía KOR’SIA. Este colectivo «surge de la necesidad de utilizar el cuerpo para comunicarse, y hacerse visibles como creadores e intérpretes». «Los tres exudan una urgencia interior por explotar un lenguaje, el del cuerpo, que trasciende los límites de la comunicación verbal; aprovechan elementos de cine, fotografía, literatura, entre otros, para sus creaciones».

A partir de una expresión escénica muy personal y original, KOR’SIA con sus bailarines Claudia Bosch, Astrid Bramming, Elena Castellanos, Giulia Russo y Alejandro Moya, logra unir iconografía clásica con el universo onírico de la mitología. Contrapone ironía con glamour y elegancia y crea pequeños cuadros fotográficos que van contando la historia de un fauno y sus relaciones con cuatro ninfas que no sabe si ha encontrado en el bosque o las ha soñado.

Durante los 16 minutos que dura el espectáculo, la danza se regodea en sensualidad y sexualidad, que se logra no solo por las imágenes hermosas y explícitas sino también por la combinación de elegancia y poesía que les son inherentes. Es frecuente que las secuencias de movimiento y los cuadros fijos recuerden pinturas como «La primavera» de Botticelli o «Las tres edades de la vida» de Tiziano, e incluso algunas esculturas de Bernini o de Antonio Canova.

La obra se inicia con un fauno dormido en tierra mientras una ninfa deposita a su lado una corona de flores blancas y una capa de encajes. Después, la danza vibra, los cuerpos se contraen y se alargan, siempre unidos por un roce o un apéndice del cuerpo. Es el complemento óptimo, lo cóncavo con lo convexo, lo vertical con lo horizontal. Todo es lento y sutil, el baile con sus momentos clásicos y hasta las insinuaciones de breakdance que por un instante hace el fauno en uno de sus solos. Él juega con ellas, las desea, se une y se desliga de sus insinuaciones; él recoge el velo y la corona de flores que una de ellas ha dejado caer.

«Aunque el performance conserva el argumento del poema original y parte de la música de Debussy, tanto el fauno como las ninfas se alejan del prototipo mitológico», consignan las notas virtuales de programa. Los vestidos de los personajes se alejan de lo imaginado. El fauno se personifica a través de una capa de encaje blanco y una corona que emula unos cuernos; y las ninfas, ataviadas con mallas de baño en un verde-azul brillante, parecen más bien listas para una competencia de gimnasia rítmica.

La música de Syrinx y L’après-midi d’un faune, de Claude Debussy, es una composición impresionista que acompaña toda la pieza. Es un poema sinfónico de 1894, interpretado por una orquesta compuesta por dos arpas, flautas, oboes, clarinetes, trompas, crótalos y un corno inglés.

No sabemos a ciencia cierta cuales fueron los sueños de Mallarmé, pero lo que el «fauno con su siesta» sí le posibilitó fue trascender en lo sublime del arte y ser parte de la historia de la literatura y la danza universal.


FICHA TÉCNICA

País: España

Categoría: Compañía Invitada

Duración: 15 minutos

Coreografía: Mattia Russo y Antonio de Rosa

Música: Claude Debussy

Diseño de Vestuario: Vanesa Soria Lima y Betto García

Técnico: David Roldán

Producción: Gabriel Blanco (Spectare)

Distribución: Celia Zaragoza

Intérpretes: Claudia Bosch, Astrid Bramming, Elena Castellanos Sánchez-Mellado, Giulia Russo, Alejandro Moya.

Créditos fotografía: ©KOR’SIA



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S U B : dos miradas

 

Fotografía: Giulia Furlani



Si te cambian el ritmo, cambia el paso


Por: Álex Mariscal

En el silencio de un espacio iluminado de un azul brumoso, una ejecutante parece tratar de ubicar algo o a alguien. Luego escucha lo que parece la trasmisión de una frecuencia de onda corta, muy estridente, y la mujer se detiene. Y como si alguien moviera el dial del trasmisor, el sonido (la banda sonora) evoluciona en una mezcla de voces, ruidos, locución, gritos, explosión y pausa...

Así abrió, hoy 16 de octubre, SUB, la pieza de la compañía de danza italiana, Giulia Menti, para PRISMA-Festival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá 2020, en su versión virtual. Este espectáculo consta de dos partes. En ambas el sonido es un elemento fundamental porque detona de forma directa todas las acciones de la ejecutante.

...A continuación, se transmite una pieza musical vivace, alegre. Entonces la mujer, parodiando a un director de orquesta, marca con su índice el compás. La música vuelve en ráfagas de ondas distorsionadas como surgidas de un trasmisor extra galáctico. A partir de allí, cada pulso de sonido genera contracciones en el cuerpo del personaje evolucionando en crescendo.

Este personaje, que simula a un androide activado por un control remoto de ondas acústicas, es interpretado con acierto por Francesca Bedin, cuyo cuerpo bien entrenado reacciona ante la violencia sonora con movimientos vertiginosos y robóticos. El efecto comunicado al espectador es de angustia, algo asfixiante.

En la segunda parte del espectáculo, la calidad del sonido cambia. Es como si se produjese bajo toneladas de agua: dificultosos gemidos y respiraciones lánguidas, y sobre esas densas capas transparentes, la ejecutante, con un snorkel, flota, se desliza, tranquila, más relajada.

La creadora de este número, Giulia Menti, quien estudió ballet, danza moderna y contemporánea y teatro en Italia y China, ha recibido varios premios por su trabajo. ¿Qué nos quiere decir con esta breve obra?

Sencillo: si te cambian la música, debes adaptar el paso, y también el ritmo. Una frase al final de la pieza lo indica: “I think that you need to breath” (Pienso que debes respirar).

Menti nos habla de resiliencia (del latín, resilire): la capacidad de sobreponerse a momentos de crisis    -como la actual pandemia-, y aún en la incertidumbre poder adaptarse y salir airosos. 



Tres estados del entorno

Por: Dionisio Guerra


Sub es viaje. Un viaje corto. Un viaje corto con tres paradas y mucha carga emotiva.

Una propuesta que explora los procesos de adaptación y transición, los conceptos de cambio y resiliencia exigidos al adaptarse a un mundo nuevo o desconocido.

Sub es una pieza de danza moderna presentada en la penúltima noche de PRISMA–Festival de Danza Contemporánea de Panamá, en su versión 2020, a cargo de la compañía italiana Giulia Menti e interpretada por la bailarina Francesca Bedin.

Dividida en tres partes, activa en cada uno de sus segmentos un mecanismo-respuesta activado a través del cuerpo y su desplazamiento en el que sonidos cotidianos van estableciendo estados de ánimo-control sobre la intérprete.

La primera parte está delimitada por sonidos que dan la impresión de ser quejidos maquinales y artificiales pero que, traducidos en el cuerpo, adquieren una coloración más humana.

Después de un apagón vemos cómo se despliega la siguiente sección que nos transporta a un ambiente acuático, para el cual la bailarina lleva también un snorkel. La propuesta de movimientos es distinta. Los movimientos son más fluidos pero a la vez influidos por el peso de masas de agua.

En la última parte del espectáculo, carente de sonidos, los movimientos son más espontáneos y se sienten más «propios», lo que nos permite entender el proceso de aprendizaje y cómo el entorno se ha hecho uno con el cuerpo. 

FICHA TÉCNICA

País: Italia

Categoría: Compañía Seleccionada

Duración: 13 minutos

Coreografía: Giulia Menti

Intérprete: Francesca Bedin

Diseño de Vestuario: Marica Valdesolo

Fotografía: Giulia Furlani

Producción: Festival Danza in Rete – Vicenza/Schio



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sábado, 17 de octubre de 2020

Quien vio su vuelo


Foto: Hung Dance





Donde vuelan los pájaros anida poesía

Por: Brígida Tobón


«…Entre las ruinas pienso

Que nunca será polvo

Quien vio su vuelo

O escuchó su canto»


(Giovanni Quessep)


Cuando Anne Frank dijo tener la sensación de ser un pájaro enjaulado al que habían arrancado las alas violentamente, y en la más absoluta penumbra chocaba con los barrotes de su estrecha jaula al querer volar, se encontraba en un sótano en la calle Prinsengracht, en Ámsterdam. Espantada por las garras de la guerra que escarbaban buscando despedazarla, permaneció allí, escondida, inmóvil, enterrada, como un pajarito agonizante, por más de dos años. Solo después de muerta pudo volar por siempre, a través de sus ideas y su diario.

Como si habitara los deseos de la pequeña judía, la taiwanesa I-Han Cheng también ha querido volar como faisán, o tal vez como una alondra, en el espectáculo Birdy, durante la novena edición de PRISMA-Festival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá 2020.

Ella ha podido hacerlo porque no hay zarpas que detengan su danza, solo silencios y las notas de «Del 5-Styrke», composición musical de Metatone, y de «Awe», de Roger Goula, que le dan alas y viento para que flote por el escenario virtual, ave del paraíso durante más de dieciséis minutos.

El performance transcurre en un palco escénico vacío, narrado en tres tiempos que son demarcados por dos apagones: el primero y segundo, solos de I-Han Cheng, y el tercero, un dúo de la bailarina con Lin-Yi Chien, en el cual se da desarrollo narrativo a la pieza.

La propuesta escénica y la excelente técnica de los bailarines hacen de esta danza una verdadera obra de fineza y belleza.

Este espectáculo forma parte del catálogo de la Hung Dance, compañía de danza contemporánea de Taiwán, fundada en 2017 por el coreógrafo LAI Hung-Chung, quien también es su director artístico. El nombre de la agrupación, «Hung», significa elevarse hacia el cielo. Está inspirada en elementos creativos orientales.

Ataviados con idéntico vestuario, pantalón negro y una blusa blanca, los bailarines van deslizándose por la escena con delicadeza extrema. Ella lleva un tocado conocido como “Ling Zi”, que no es más que una larga pluma de cola de faisán que portan los guerreros en sus cascos en la ópera tradicional china y que representa poder y habilidades.

En los dos primeros momentos de la danza, I-Han Cheng acomoda su cuerpo, sus movimientos para integrarse al espíritu del ave y así descubrir el misterio de su vuelo. El “Ling Zi” baila siguiendo la cadencia de la bailarina, abriéndose espacio en el aire, marcando la ruta de los sueños que quiere seguir el personaje. Y, entonces, surge la duda: si, como en la mitología griega, ella se convertirá en golondrina como Filomela o en un ruiseñor como Procne, quien llora eternamente la muerte de su hijo.

En el dúo espléndido que compone el tercer momento, los bailarines por instantes conjugan sus deseos; a veces los distancian. Las luces ayudan a crear mundos oníricos por los que las aves vuelan libremente, o en donde son encarceladas. Los sueños a veces se evaporan o son exterminados.


«yo estaba en china

por aquellos días

cuando Mao Tse-tung, sin entusiasmo,

decretó el inmediato

fallecimiento de todos los gorriones»


(Pablo Neruda)


La pieza de corte intimista es profunda y etérea. Ella persiste, él la refleja, juegan y sufren ambos en escena hasta el último instante, donde él cae vencido y ella se arranca la más hermosa péndola, ¿acaso también el vuelo?

Así, es obvio que en el cuerpo y el alma de estos dos bailarines anidaron los pájaros con sus trinos y que con su danza lograron desterrar el universo de Aornos, donde no existen los plumajes y tanto menos los vuelos.


«Y un pájaro cantó, delgada flecha.

Pecho de plata herido vibró el cielo,

se movieron las hojas,

las yerbas despertaron…»


(Octavio Paz)

FICHA TÉCNICA

País: Taiwán

Categoría: Compañía Seleccionada

Duración: 16 minutos

Coreografía: Hung-Chung LAI

Bailarines: I-Han CHENG, Lin-Yi CHIEN

Diseño de Iluminación: Hung-Chung LAI

Música: Roger Goula, Max Richter

Diseño de Vestuario: Hung-Chung LAI 





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Metamorfosis en la oscuridad

 

fotografía: Stavros Habakis


Metamorfosis en la oscuridad

Por: Dionisio Guerra

Presentada la noche del 16 de octubre en la versión 2020 de PRISMA–Festival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá por la compañía griega Danae & Dionysios, Uncia es un viaje narrativo que propone explorar los distintos niveles que puede encontrar una criatura en busca de su forma definitiva.

La obra, que es un extracto de su otro montaje ATMA, se desarrolla sobre un escenario predominantemente oscuro, en donde los brazos y las cabezas de los bailarines, Danae & Dionysios, juegan en sincronía con las posibilidades de creación que brinda la oscuridad.

«Este extracto se inspira en la palabra metamorfosis y la imagen de una criatura que cambia de forma. Investigando las características del leopardo de las nieves, nos interesó la atmósfera fría en la que vive este animal, su rareza y el hecho de que es casi imposible verlo», dicen sus creadores.

Así, pues, el dúo se desprende de su propia naturaleza para presentarnos nuevas y diversas posibilidades.

Una pieza de apenas ocho minutos, Uncia ofrece una poderosa experiencia poética ante los ojos de un espectador hechizado.

FICHA TÉCNICA

País: Grecia

Categoría: Compañía Seleccionada

Duración: 8 minutos

Coreografía – Ejecución: Danae & Dionysios

Música Original: Constantine Skourlis

Diseño de Vestuario: Vaya Nikolakopoulou

Diseño de Iluminación: Panagiotis Manousis

Créditos fotografía: Stavros Habakis


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viernes, 16 de octubre de 2020

Siempreviva

Fotografía: Fernando Prats
 


Siempreviva

Por: Moisés García 

Energética, creativa, atrevida y con buen sentido del humor; así podría describir a la actriz, bailarina y directora de CIA. Mar Gómez, entre otros apelativos que bien podrían calzarle.

Quien en 1992 fundara en Barcelona la muy reconocida compañía que lleva su nombre nos presentó Siempreviva, una obra recién salida del horno, una historia de supervivencia y liberación, en el marco de la novena edición de PRISMA-Festival Internacional Danza Contemporánea de Panamá, que este año hace su travesía por el vasto océano de la virtualidad.

A partir de las 8 de la noche del jueves 15 de octubre de 2020, esta pieza ocupó por 55 minutos (extensibles a 24 horas) las pantallas de nuestros dispositivos, con el primer «solo» de la artista, en el que no estuvo sola, o estuvo tan sola como se está en algunas relaciones.

Y es esta una de las primeras alegorías sobre la muy común situación en que existe un marido que parece que no estuviera ahí, cual fantasma que habita sin estar.

Ahora, no cabe duda de la presencia escénica del actor en su personaje de marido ausente, valga la paradoja; pero jamás en competencia con el personaje encarnado por Mar. Su bandoneón es la única cosa que despierta el espíritu de aquel cuerpo reflejo de hombre, en una puesta en escena donde la música de este instrumento acompaña en vivo, intercalada con el recurso de canciones y melodías pregrabadas, los desplazamientos dramáticos de la bailarina.

Una de las características que suele resaltar las composiciones de esta especialista de las artes escenográficas se mantiene en el presente trabajo: su narrativa, que consigue envolvernos y atraparnos, al marcar gestualidad y físico en escena; a través de lo cual se expresa claramente con elementos de danza contemporánea y muestras delicadas de ballet.

Siempre fiel a su estilo personal, se hace acompañar de una escenografía en movimiento gracias a un trabajo de dirección de cámaras, planeado y diseñado con una gran estética visual. Nos ha llevado a recorrer aquel escenario de cálidos colores, con una iluminación que nos ha permitido adentrarnos y ver sus movimientos de mandíbula y cuerpo; la fortaleza del personaje colgando de un brazo, o llenándose de toda la porquería sexista, obligada a comer en silencio, como muchas mujeres lo hacen por temas culturales y prejuicios sociales.

Siempreviva es una planta sobreviviente a una actualidad innegable, que entre chiste y chiste reclama y pelea realidades que suelen callarse, o son masticadas calladamente. Aquí se exponen y se sufren; pero, con el fundamentado rigor de la parodia, se difuminan, y luego se tejen entre nubes de sueños que se arrastran, en un espacio cerrado, en soledad.

Entre bolero y tango, casada con una radio que es compañera y amiga, refugiada junto una ventana testigo de su íntima vida compartida, la actriz y bailarina habla consigo misma, y esa voz que habla se vuelve ángel y demonio y la invita a rezar un padrenuestro tergiversado a conveniencia. Mas esto no evita que incluso ella misma a ratos abuse y se robe esa intimidad que el hombre del bandoneón no le da, porque está vacío y es incapaz de aceptar la luz que ella le ofrece.

FICHA TÉCNICA

País: España

Categoría: Compañía Seleccionada

Duración: 60 minutos

Producción: Cia. Mar Gómez

Dirección: Mar Gómez

Ayudante de dirección: Xavier Martínez

Intérpretes: Mar Gómez y Marcelo Mercadante (músico)

Locuciones radiofónicas: Elisenda Roca

Escenografía: Laura Clos Caturla ‘Closca’

Vestuario: Carlota Masvidal

Iluminación: Jaume Ortiz

Fotografía: Fernando Prats

Producción ejecutiva y distribución: Marta Riera

Comunicación y asistencia a producción: Carlota Masvidal




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jueves, 15 de octubre de 2020

el PLANETA «Pasionaria»

Foto: Alex Font 


I

Danza del hielo, hechizo de luz

Por: Brígida Tobón


¿Por qué hace doler el alma y deja esa sensación de vacuidad? ¡¿Por qué?!

¿Acaso es Bach, con las pasiones de san Juan y san Mateo que introducen y finalizan la obra, lo que arrebata? ¿Acaso son los ojos, tan llenos de belleza y perfección por la coreografía, lo que inmoviliza?
La danza existe como perpetuo punto de fuga, según Siegel. En el momento mismo de su creación desaparece. Todo aquello que conlleva la construcción de un espectáculo se esfuma en el momento de su materialización. Ningún otro arte es tan difícil de atrapar, tan imposible de mantener.

Con Pasionaria, de la compañía española La Veronal, es difícil plasmar en palabras lo que sucede en el espectador, porque es más que un performance de danza que captura y se esfuma: Pasionaria lo induce en un estado de hipnosis, en un trance que lo sumerge en una melancolía poética, desde donde no se puede salir más, pues es inolvidable. Y sin olvido el fin no existe.

El montaje, con dirección y coreografía del valenciano Marcos Morau, fue presentado de forma virtual la noche del 14 de octubre dentro del marco del PRISMA-Festival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá 2020.

Marcos Morau estudió Coreografía en el Institut del Teatre de Barcelona, en el Conservatorio Superior de Danza de Valencia y en el Movement Research de Nueva York. En 2005 creó La Veronal con el objetivo de persistir en la exploración de nuevos soportes expresivos y referentes culturales -cine, literatura y fotografía- y crear un nuevo lenguaje narrativo.

En Pasionaria, el telón se abre para dar cabida a un cuadro de luz donde deambulan ocho bailarines durante casi hora y media. Ellos, aun siendo autómatas, cuestionan sin emoción al espectador a través de su particular lenguaje gestual llamado Kova (que ha sido inventado por la misma compañía) sobre el futuro de la humanidad, cada día más esclavizada a las nuevas formas de tecnología. El hombre se ha convertido en un ente frío, mecánico y centrado en sí mismo, sin empatía ni ilusión por nada. Los bailarines son habitantes del Planeta «Pasionaria», donde se ha perdido la pasión, «las relaciones humanas se han vuelto vacías y se repiten patrones sin emoción».

Como dice Morau, «Pasionaria coloca imágenes arrancadas de nuestra más cruda realidad en convivencia con otras de profunda abstracción en el escenario. La literalidad y las formas narrativas pierden su línea recta para diluirse en imágenes. Imágenes que se afirman, sin bordes, sin marcos, construidas a partir de un juego de imaginación de este planeta, de este universo que, pareciéndose mucho al nuestro, es otro».

Max Glaenzel crea una escenografía precisa, la que podríamos llamar perfecta, compuesta por una escalera en forma de ele (L) que desciende hasta un vestíbulo en cuyo centro hay un largo sofá capitoné, franqueado -el vestíbulo- por puertas en ambos laterales; como elemento destacado, un teléfono contiguo a una de ellas; y, finalmente, un gran ventanal al fondo por donde se proyectan una catástrofe lunar, nubes, lluvia de perseidas o simplemente estrellas. Todo es de un color neutro, casi gris. Todo se abre: el sofá, los escalones, los huecos de rejilla de la pared.

El cuerpo de los bailarines es el verbo que llena vacíos, que construye oquedades para que germine la metáfora. La narración dancística se apoya en solos, dúos y coreografías grupales precisas, todo curado desde una exactitud milimétrica donde reina un ambiente de ausencia de conexión entre los intérpretes, que no se miran, ni se perturban por los estímulos que suceden. Solo una bailarina, interpretada por Sau Ching Wong, una Coppélia futurista, ataviada con una máscara que la vela, danza por instantes retazos de humanidad, inquietándose por lo que acaece, tratando de conectarse con los otros, buscando rescatar a sus compañeros y a ella misma de la gélida insensibilidad predominante.

Con movimientos impolutos y sofisticados, que hipnotizan y subyugan, los bailarines ejecutan de manera magistral la coreografía. Es pura magia. Todo ocurre: se deslizan como babosas, flotan, se alargan como serpientes prehistóricas, se esfuman, se aumentan en grandes esferas, acarrean cajas de cartón que son nidos de los que brotan y se desintegran bebés fantasmas, portan vientres que se inflan de luz entre la oscuridad, encarnan cuerpos paralíticos con múltiples piernas y brazos -como concebidos en el útero de una pintura de El Bosco-, o son personajes que expelen humo y combustión.

Igual de impactante es la composición sonora, que oscila entre las superbias notas de las pasiones de Bach y el chillido testarudo de la música electrónica, pasando por la versión vanguardista de un Claro de Luna de Debussy, o los tradicionales valses de Strauss; todo ello buscando apuntalar mas y más el vacío emocional, mensaje de la obra.

En conclusión, Pasionaria es filigrana perfecta, bordada con precisión, para que, al verla, el espectador se tenga que preguntar: ¿Por qué me duele el alma y tengo esta sensación de vacuidad? ¿Por qué?... y entonces, cuando se cierre el telón, no le quede más remedio que sentir lo que dijo alguna vez el ex primer ministro japonés Junichiro Koizumi: «Es maravilloso. Es tan emocionante que se me llenan los ojos de lágrimas. Es extraño, pero supongo que eso es alegría».



II

¿Seremos solo una imitación de lo que fuimos?

Por: Álex Mariscal

Pasionaria, la pieza que este 14 de octubre presentó vía virtual PRISMA-Festival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá 2020, me tomó de sorpresa. Si hubiese leído el programa o visto el trailer antes de sentarme frente a la pantalla de mi computadora, hubiese preparado mis pop corns, mis nachos con queso fundido, y mi gaseosa roja.

El espectáculo de la compañía española La Veronal me sorprendió no solo porque al inicio se dibujó un rectángulo luminiscente que semejaba una pantalla de cine, sino porque, a través de ese gran marco, los ejecutantes en la semipenumbra alumbraban con linternas, descendían y ascendían en secuencias que detonaban en mi imaginario películas silentes.

También lo hizo por la arquitectura de la casa con escalera a un primer alto, y no un linóleo, como es común.

En suma, la música, los efectos especiales, el movimiento, los niveles, el vestuario, y los otros elementos ensamblados me hicieron pensar: «¿Es esto una película de suspenso?»

Luego de un rato, me olvidé de los pop corns y comencé a analizar los múltiples recursos que articulaban esta compleja y muy completa pieza:

La sensación visual es la de una fotografía en movimiento, en que la moción de los ejecutantes progresa desde la reminiscencia del robot dance, pero en un espacio más cotidiano, más doméstico, y con ritmo mucho más denso. Luego se abren nuevas secuencias más naturales, pero que contienen también ese sentido de break dance de movimiento-pausa; caída-tensar-soltar.

Por otro lado, los personajes (bailarines-actores), vestidos futurísticamente, crean secuencias de convivencia entre la planta baja y el ascenso o descenso de un nivel a otro; mientras descubren, recogen y guardan en cajas muñecos (¿niños?), llaman por teléfono, reciben visitantes, se encuentran, se desencuentran, siempre indiferentes el uno del otro.

Además de la música que abre operísticamente, otro detalle que descuella es el de los efectos especiales. Entre ellos, anoto el paisaje que se deja ver a través del ventanal, detrás de la escalinata: una imagen del cielo. Yo logré ver estrellas, constelaciones; y una luna loca enorme que subía y bajaba: estoy casi seguro de que los personajes también la miraban atónitos.

Al escribir esta nota, después de buscar información en la Web, mi expectación no disminuye. Sin embargo, creo comprender mejor por qué esta pieza es una fina articulación de varias disciplinas. La ha creado un artista integral, Marcos Morau, coreógrafo, fotógrafo, y máster en dramaturgia.

En la página Web de esta compañía se afirma que Pasionaria trata sobre «seres similares a nosotros, perfectamente diseñados para imitarnos». En la dramaturgia mundial, ya directores como el ruso Meyerhold se habían dedicado a explorar, en escena, la posibilidad de un ser humano mecanizado frente a la industrialización. Meyerhold creó su visión de una escena: «la biomecánica»

Posteriormente, a muchos otros artistas les ha preocupado, frente a las múltiples y contantes rupturas históricas, qué será del futuro del hombre.

Esos últimos siete meses de confinamientos pandémicos, la gente ha invadido las redes con vaticinios sobre experimentos mundiales con el fin de controlar cibernéticamente la raza humana. Pues Pasionaria nos cae a pelo para reflexionar.

¿No hemos nosotros dejado de acercarnos? ¿No será que los vaticinios temerarios serán ciertos y, en algún momento futuro, pasaremos uno al lado del otro sin experimentar afecto alguno? ¿Nos convertiremos en las máquinas donde ocultamos todas nuestras acciones, nuestros gestos y nuestros momentos más importantes? ¿Solo nos comunicaremos con emoticones por redes? ¿Reduciremos nuestra movilidad y nuestras acciones al minimalismo robótico?

¿Seremos solo una imitación de lo que fuimos, sin abrazos afectivos y sin pasión en la mirada?



III

Un baúl abierto de mensajes subliminales

Por: Paulette Guardia

Solo faltaba que fuera luna llena la noche del miércoles 14 de octubre para sintonizarnos con el asombroso imaginario de Pasionaria.

Una vez más hemos tenido el placer de disfrutar de una pieza de la compañía española La Veronal gracias a PRISMA-Festival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá, en su novena edición. Su primera visita a Panamá fue en 2016, como compañía invitada, durante la quinta edición de esta fiesta de la danza. En aquel entonces, el público panameño fue deleitado con Russia, una impresionante puesta en escena en el Teatro Anayansi del Centro de Convenciones ATLAPA.

Pasionaria fue estrenada en 2018 y es una creación de Marcos Morau, director de La Veronal, que cuenta con un talentoso equipo de artistas dramaturgos, diseñadores, vestuaristas, además, por supuesto, de un admirable elenco de bailarines.

Cuando empieza a correr la obra, uno, como parte de un público anónimo y virtual, se pregunta: «¿será que estamos frente a una recepción de oficina durante los años ochentas?»

Pero de lo que no cabe duda es que se trata de un lugar cotidiano, donde acontece un extraordinario, espectacular y a la vez misterioso evento.

Tonos pasteles con matices de gris permean la admirable escenografía y vestuarios, sumersos en una música tan particular que nos remonta a lo que bien podría ser una escena de ciencia ficción.

Hay una luna llena en esta historia, que pareciera ser la causante de una impredecible secuencia de movimientos en los bailarines (o androides), que se nos transmite como comportamientos impulsivos y emocionales.

En el ir y venir, subir y bajar de estos personajes por el escenario, generan interacciones entre dos o tres, cuando no entre todos, como sustento de la dramaturgia. Sugieren tener como objetivo proteger a los bebés que «van apareciendo», y recibir cajas que van llegando, cual mensajería.

La calidad de movimientos de La Veronal es suprema. Y en Pasionaria es particularmente impresionante, ya que los ocho bailarines asombran por la destreza que tienen en construir de manera repetitiva movimientos tan abstractos y breves como profundos, durante la hora y diecisiete minutos que dura la escenificación. Ese código de movimientos posiblemente nace de una investigación en la técnica Kova, que la compañía ha desarrollado e implementa en sus obras.

Pasionaria pareciera querer mostrar un baúl abierto repleto de símbolos y mensajes subliminales sobre la humanidad. Quizás sea un cuestionamiento sobre su futuro: ¿cuánto más dejaremos que la tecnología intervenga en nuestras interacciones como seres humanos y en nuestro entorno natural, hasta el punto de reemplazarla? 


FICHA TÉCNICA

País: España

Categoría: Compañía Invitada

Duración: 70 minutos

Idea y dirección artística: Marcos Morau

Coreografía: Marcos Morau en colaboración con los intérpretes

Asistente de coreografía: Lorena Nogal

Repetidora: Estela Merlos

Asesoramiento artístico y dramatúrgico: Roberto Fratini, Celso Giménez

Intérpretes: Àngela Boix, Chey Jurado, Ariadna Montfort, Núria Navarra, Lorena Nogal, Shay Partush, Marina Rodríguez, Sau-Ching Wong

Diseño de escenografía: Max Glaenzel

Diseño de vestuario: Silvia Delagneau

Diseño de sonido: Juan Cristóbal Saavedra

Diseño de vídeo: Esterina Zarrillo

Diseño de iluminación y dirección técnica: Bernat Jansà

Asistencia técnica y efectos especiales: David Pascual

Producción y logística: Cristina Goñi Adot

Dirección de producción: Juan Manuel Gil Galindo


Coproducción: Teatros del Canal (Madrid), Théâtre National de Chaillot (París), Les Théâtres de la Ville de Luxembourg (Luxemburgo), Sadler’s Wells (Londres), Tanz im August / HAU Hebbel am Ufer (Berlín), Grec 2018 Festival de Barcelona – Institut de Cultura Ajuntament de Barcelona(Barcelona), Oriente Occidente Dance Festival (Rovereto, Italia), Mercat de les Flors (Barcelona)

Con la colaboración de Graner – Fàbriques de Creació (Barcelona)

Con el apoyo de INAEM – Ministerio de Cultura y Deporte de España e ICEC – Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya

Video: Walter Bickmann / Tanzforum Berlin https://tanzforumberlin.de


Este blog es editado por Salvador Medina Barahona gracias al apoyo de





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