Lamento de cuerpos y violines en la hora cero
Por: Brígida Tobón
Un hombre mira más allá de la ventana y contempla, entre el verde, el reflejo del misterio. Él mira, mientras nosotros, público virtual, lo acechamos. Lo acechamos esperando aquello que ha de confesarnos... Detrás de la ventana, él reposa sentado sobre los hombros de otro hombre, para en segundos desatar un carrusel de sensaciones.
Estas imágenes dan inicio al espectáculo «Like Those Playground Kids at Midnight», que presenta, en la cuarta noche de PRISMA-Festival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá 2020, la compañía de danza Boca Tuya.
La agrupación, proveniente de Estados Unidos y con sede en Nueva York, fue fundada por el director artístico y coreógrafo Omar Román De Jesús, «con el propósito de generar empleo para artistas de la danza que entienden que tenemos responsabilidad de movilizar a nuestra comunidad hacia un futuro más compasivo», como explica para PRISMA en la proyección on-line de la obra.
El performance se desarrolla en un neurálgico salón renacentista donde solo anidan libros empolvados con olvido. Es como si el coreógrafo quisiera gritar con esa imagen de espacio casi vacío que lo relevante en la pieza que está a punto de presentar es la existencia, el interior del personaje que baila su sexualidad, su ternura, su miedo, su tesón, su enigma.
Los bailarines Jan Spring y Omar Román De Jesús van posesionándose de la escena al ritmo de un silencio inicial que se transforma en sonido de olas, en carcajadas de hienas, en el viento que susurra, que va en crescendo hasta transmutarse en el lamento del violín de Gidon Kremer, quien, interpretando «Buenos Aires hora cero», hace un homenaje a Astor Piazzolla.
Como si esto no bastase para que los bailarines, vestidos de blanco y negro, entrelacen sus cuerpos, vuelen como plumas, repten, se repelan cual fieras en combate, llega Allie Kronick, de manera anónima, para unirse a la danza con su zapateo, y entonces el tap-metrónomo marca el tiempo del amor y del desamor, al compás de un bandoneón que fortifica el tango, mientras gime.
Omar Román De Jesús lo dijo: «nuestro mundo es una guerra, y nuestros corazones, un campo de batalla adornado con fantasías interminables. Like Those Playground Kids at Midnight presenta una relación de largo tiempo, una conversación poética sobre las complejidades del compañerismo».
Durante el breve espectáculo los bailarines dejan ver su fuerza física, su gran técnica dancística, pero también la sensualidad profunda que encierra cada gesto, cada movimiento. Ellos danzan inmersos en la historia que quieren contar; una historia esculpida con los retazos de vulnerabilidad y de fortaleza que habitan en el adentro y en el afuera de las relaciones de los seres humanos.
Un puñal de violín rasga el movimiento para anunciar el fin. El viento que busca la circularidad de la composición sonora se diluye en su fallida ínfula de huracán y la cortina es cerrada con el tap-tap que marca el tiempo. Porque no hay nada más que ver. Porque en la fugacidad de seis minutos todo ha sido dicho. Ya no hay misterio.
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